En rosa, en carmesí, sostente sin acabar, se ven las luces del cielo que se va, como si los faroles se apagaran y solo el aliento de las palabras para las que todos los días esperaremos, mientras el muerto siga entre nosotros, aunque el aliento esté escrito y no dicho en la infinidad de bibliotecas deambulantes por las aceras, no pienses en acercarte deteniéndome, que cuando lo haces se te olvida lo que piensan, vivos, despiertos, sobrios de picada al abismo, a la partida injustificada, necesitando la pregunta, y pensando o sintiendo por un rato con las nimiedades, que se van con su carácter bien desarrollado, con su papel impuesto en sus cuerpos, se van…. Un violín se deja llevar cantando y danzando mientras encuentro algo que hacer, por los dos acordes de la sinfonía mía mientras le cuesta hacer lo que tiene que hacer, hay tantas cosas que se dificultan en salir, y no hay nada por hacer, al punto, al dente, por fin blandos, débiles, taimados, viejos, cansados, solos, silenciosos, no son cien sin embargo, son miles los que atiborran la distancia. Te lo garantizo. Duerme ahora entre el humo de la noche para enterrar por fin el error, oh muerte lenta, fácil, evitable, silenciosa, solitaria, cansada, vieja taimada, débil, sin embargo fuerte, iluminada, inquisidora, condenable hereje del bien, sacrílega del placer, habla, para reventar la nariz de la vida, hundirle la fuerza profunda, ah malparida enferma, enfermiza, enfermidable, formada, formidable cornisa, cornuda, el sujeto se asfixia, busca cualquier excusa en la soledad que le impones, al enloquecer el bote saliente del recto estilo arrinconado, ya está bien mejor agonizo esta frase imposible filtrada y sin decir una vez más lo que tengo que decir, perfecta, inmunda y amada muerte indiferente, vete para siempre, déjame que esta noche me acompaña el camino acompañado por el bosque amarillo de tu muerte muerta.
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