jueves, 30 de julio de 2009

Inocencia Naufragada

Sentados entre nenúfares nos dispusimos a navegar en el río, las riveras se hacían cada vez más separadas y el cauce más ancho y pronunciado, de vez en cuando la corriente apresuraba su marcha y nos daba vértigo sentir que nos podíamos hundir en cualquier momento, pero qué va esto hacía más apasionante nuestro viaje, sin embargo y a pesar de los momentos de calma, nos irritaba ver las manchas sobre el agua blanca, era molesto tener que ver trozos transparentes y casi azules en momentos en los que la apacibilidad de las aguas nos relataban los naufragios de los cobardes, empezábamos la discusión de nuestra embarcación, y concluíamos, tal vez precipitadamente que era mejor seguir así. Sin embargo el agua se fue haciendo cada vez más blanca y la emoción en nuestros rostros delataba el intenso afán por mantenernos en donde el agua se hiciera lenta, que avanzara eso sí pero que lo hiciera de manera que el viento fuera el único remo.

Los trozos diáfanos eran inevitables, y nos daba la sensación de que nos podíamos hundir bajo ellos pues el fondo se hacía visible y te escondías bajo mis brazos para no verlos, por supuesto te brindaba mi cobijo cada vez y lo disfrutaba, en ocasiones sin embargo las manchas no eran transparentes, los fracasos podían tomar los más variados colores e idiomas, los retazos de agua colorida eran aterradores, pero era más aterrador cuando saltábamos en la mitad de la flor y un poco de agua salpicaba nuestros pies, me molestaba y te molestabas cuando nos dábamos cuenta de lo que hacíamos con el afán por pasar un viaje más feliz, yo termina asumiendo toda la culpa y demostrándote como podíamos seguir con un mayor cuidado mío, pues me atemorizaba más allá de encontrar el fondo en el agua, encontrar el final del viaje,.

Una orilla era más terrorífica que el ahogo, sin embargo a medida que se hacia más grande, más infinita, la triste agua grisácea, se me tornaban los brazos cansados de sentir que mis remos no nos llevaban a las aguas calmadas, sino que nos acercaban a las orillas, como si cegado por la búsqueda de nuestra propia estabilidad, mis brazos sin ordenárselos nos acercaran cada vez más a la orilla, queriéndonos decir con su sabiduría que nos diéramos cuenta de que eso era lo mejor, pero nosotros ay torpes enamorados, nos negábamos a asumirlo, en ocasiones sentíamos que era mejor hundirnos, y sufrir una muerte asfixiante con tal de no ver terminado nuestro feliz viaje sin hacer nada, pero el tiempo que se subdividía hasta el infinito nos fue mostrando orillas atractivas, nos fue mostrando como esta ilusión era una falsedad para la que no habíamos nacido y nos acercaba al aterrizaje.

En mi desespero por mantener nuestra humilde embarcación tomada a la ligera le abrí unas fisuras irreparables que fueron llenando de blanca leche la flor que se marchitaba, te preferí lanzar a la orilla, pero en ese momento mis pies atravesaron la planta maltratada, tan llena ya de huecos que no me dieron tiempo de alcanzar la orilla y sabiendo esto me quedé quieto, parado mientras veía subir la tierra por la gravedad que desde tu perspectiva hacía que mi cuerpo descendiera, recuerdo todavía la última vez que te vi en la embarcación y era una imagen hermosa, sin embargo ahora al respirar el agua invadía mis pulmones, derrotado me hundía para siempre, pero algo imprevisiblemente fuerte y bien colocado, me propulsó a la otra orilla.

Algunos dicen que fue magia impartida por una gitana en forma de profecía muchos años antes, otros dicen que fue la fuerza de mis sabias piernas que no me iban a dejar morir sin haberles mostrado nuevas y más altas alegrías, yo creo que a pesar de lo que me digan ese último impulso, cuando estaba a punto de dejar de respirar aire, para empezar a respirar éter me lo diste en tu último suspiro de vida, pues tu espíritu se había quedado en la flor, y sin saberlo se había marchitado con ella, yo se, nadie me cree ni lo van a hacer así quieran, porque mi imaginación una vez más metaforizó mi cuerpo junto al tuyo, y se dio cuenta de que el ayuno que se imponía ante el naufragio nos ponía sobre la tierra de nuevo, para darnos cuenta y disfrutar del resto de colores sin decir con justicia que nuca navegamos por el ancho río de aguas blancas con rumbos desconocidos.

1 comentario:

  1. "Umm... bueno... éste" jejejejejejejje
    No mentiras, cambiando de tono, está como curiosa la cosa, un poco "oblonga", como dice alguien que conozco (entiéndase "oblongo" aquello que se dice en ese tono de voz medio pedantesco)... creo que esto vale para todo y es: revisa cosas como "te escondías bajo mis brazos" o "te preferí lanzar a la orilla"... ¿lees mucho en inglés?

    Lorena C. (el nombre de "Lucía" es una distracción... mía)

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